En marzo de 1991 con solo 4 alumnos abrió sus puertas Escuela Especial Ser en la calle Caprera de Bella Vista, con muchos miedos e inseguridades, pero con la fortaleza de lo que sentía, quería y podía dar desde lo humano y lo profesional.
Día a día esa pequeña escuela fue invadida por la algarabía de los niños que jugando y aprendiendo le daban vida al proyecto, la teoría llevada a la práctica… un sueño que se hacía realidad… un motorcito que impulsaba para seguir adelante.
En 1994, se crea Fundación Ser Entidad de bien público sin fines de lucro. Ahora el proyecto pertenecía a la comunidad y estaría al servicio de la misma. Un gran logro que se concreto con el apoyo de familiares y amigos que creyeron en un futuro diferente para la Institución.
En nuestra nueva casa en Maipú 874 de Bella Vista, muy cerca del pequeño gran inicio… el proyecto educativo se afianzaba cada día más.
Un gran incremento de la matricula, mas personal, familias cada vez mas involucradas compartiendo nuestra tarea y los mas importante nuestros chicos creciendo, aprendiendo y disfrutando.
Se sumaron nuevas fuerzas. La energía de los papas que nos habían acompañado desde el primer día nos enseño que todo lo construido valía la pena y que cuando se suman convicciones todo se puede. Se sumaron nuevas fuerzas. La energía de los papas que nos habían acompañado desde el primer día nos enseño que todo lo construido valía la pena y que cuando se suman convicciones todo se puede. Juntos comenzamos nuevamente. Sosteniendo principios y valores con más alegría que nunca y mucho por aprender, así le dimos continuidad a nuestra tarea. Nos superábamos día a día.
En toda historia siempre hay un “pero” más y en el 2001 apareció el nuestro. Nuevamente nos pusieron a prueba. Nos quedábamos sin espacio físico. Teníamos que entregar la casa sin demasiados fondos de reserva. Había que salir a buscar… pero qué? y con qué? No importó, salimos igual..
Nos entrevistamos, insistimos, nos enojamos y cuando parecía que el camino se terminaba encontramos a quienes supieron escuchar y valorar lo que nunca tambaleó: nuestro proyecto educativo y con ellos una llave, la de Lebenshon 1021.
Nuevamente manos a la obra. Papas, docentes, familias limpiando, pintando, instalando… Y tanta energía genero que otros nos pudieran escuchar y apostar a este proyecto. Así conseguimos garantizarnos el servicio de comedor y parte de los haberes. Ahora sí esta pequeña gran familia se estaba consolidando. Después de 20 años, luego de tantas idas y vueltas, ilusiones desencantos, errores, aciertos… no hicieron más que cargar esta historia de intensas emociones, que nos impulsan para continuar con el mismo sentimiento.